jueves, 10 de diciembre de 2015

Tengamos sentido del humor

Con más sentido del humor, las cosas serían distintas. Si el hombre tuviera más sentido del humor, las cosas podrían haber resultado diferentes”  (Stanislaw Lem).

La Real Academia de la Lengua Española define frívolo como: ligero veleidoso, insustancial. ¿Cómo interpretamos cada uno de nosotros este término?.
De vez en cuando podemos permitirnos ser frívolos… eso sí, como todo en la vida en su justa medida, porque no en valde, dicen que en el término medio está la virtud. La frivolidad bien entendida nos enseña a ver muchas veces la vida de otra manera, con una sonrisa o incluso mil risas. Momentos tristes se pueden solucionar con un rimmel y unos tacones, ¿Por qué no?.
¿Por qué tenemos que ser tan intensos las 24 horas del día, ser responsables y trabajadores, buenos padres, hijos o hermanos tiene que estar reñido con dedicar un espacio a una charla divertida?. ¿Por qué no podemos hablar de cosas absurdas y superfluas que nos hagan reír?.
La frivolidad alegra la vida, nos anima, nos ayuda a cambiar el chic y a aprender que ser frívolos también es algo muy serio”.

Humor.

A lo largo de la historia la frivolidad ha estado siempre relacionada con la superficialidad; dependiendo del uso que le demos cada uno de nosotros, la frivolidad puede ser una maravillosa válvula de escape o tan sólo un juego de tontos.
Así es que ¿por qué no podemos ser intelectuales, profundos y también muy coquetos y un poco absurdos sin sentir que estamos pecando de frívolos?. ¿Por qué la rubia es tonta, el intelectual aburrido y un largo etc. de estereotipos cuando lo que más tememos es que los demás nos etiqueten?.
Dale a una chica los zapatos adecuados y verás que se puede conquistar el mundo (Marilyn Monroe).
Ser superficial, no tomarse todo en serio puede ayudarnos en muchos momentos, puede equilibrar nuestra balanza personal; por eso debemos hacer un alegato de la frivolidad sin miedo y sin vergüenza; la frivolidad también es una actitud ante la vida, quizás… no cuestionarse a uno mismo y a los demás continuamente.
Humor es posiblemente una palabra; la uso constantemente. Estoy loco por ella y algún día averiguaré su significado (Groucho Marx).
Eso sí, ser frívolo todo el tiempo puede ser tan perjudicial como ser intenso en todos y cada uno de nuestros momentos.  Por eso no está nada mal que desde pequeños nos enseñaran a cultivar todas nuestras facetas. Seguramente tendríamos que hacerlo conforme a nuestra personalidad, aprendiendo que todo puede convivir en nosotros.
Y es que ya nos sentimos mayores y cada vez nos cuesta más aprender a desaprender.
Así es que como dice el dicho popular, ese que aparecía al principio de nuestra reflexión:
En el término medio está la virtud… pero como alcanzar la virtud es tan difícil por no decir casi imposible, podemos intentarlo, eso sí sin tener en cuenta lo que digan los demás.
¡No fabriquéis tragedias con triquiñuelas ni matéis mariposas con escopeta!. ¡Tomadlo a broma! (Anónimo).

Educar y enseñar a vivir con sentido del humor.

La mejor forma de educar a los hijos para que éstos adquieran sentido del humor y aprendan a reírse incluso de sí mismos es hacerlo nosotros. Si no nos ven vivirlo desde que empiezan a observarnos... no nos van a creer cuando les demos consejos al respecto.
Pongamos por ejemplo.
  1. Voy conduciendo con los hijos en el coche, hago una maniobra que perjudica a otro conductor y éste me increpa, insulta, grita desaforadamente mientras conducimos a la par. Guardo silencio, y el otro conductor se despide haciéndome un gesto de "cornudo" a lo cual le respondo con calma diciendo: - "Disculpe y tenga un buen día". Y proseguimos el viaje sin hacer ni un comentario a lo sucedido como si nada hubiera pasado. Si los hijos nos preguntan sobre nuestra reacción podemos responder: "Quizás ese señor tenga hoy un mal día".
  2. Estoy haciendo cola con uno de mis hijos ante una ventanilla y alguien "con mucha cara" se cuela justo delante de nosotros sin pedir permiso siquiera. Le llamo la atención indicándole que estábamos nosotros antes; esta persona contesta ironizando y se retira remolonamente detrás de nosotros a lo que evitamos responder de esa misma manera: guardando silencio o bien respondiendo pero con amabilidad. Si el hijo me pregunta después por mi reacción puedo contestar: "Se cazan más moscas con miel que con hiel".
  3. Fisgoneando en el móvil descubro algo que me maravilla y enseguida se lo cuento a mis hijos dándomelas de inteligente a lo que ellos me responden: "Ya lo sabíamos papá, ¡es que no te enteras!". A ello puedo responder: "¡Vaya hombre!, yo que creía haber descubierto América".
  4. Estamos de mal humor, por lo que fuere, y un hijo que llega a casa en ese momento nos gasta una broma que... nos sienta fatal. Pero antes de contestar mal o montar un poyo desproporcionado contamos hasta 10... o hasta 1000 si hace falta y luego, si no queremos entrar en lo de la broma, respondemos: "¿Qué tal hijo?, ¿cómo te fue?".
  5. Son días de fiesta (carnavales u otras celebraciones) o sin necesidad de que haya fiestas. Un día u otro decidimos ser nosotros los que gastamos la broma: nos disfrazamos de lo que fuere, imitamos voces distintas de las nuestras, etc...
  6. Dedicar un día al mes, por ejemplo, a hacer parodias de situaciones vividas en ese tiempo, ya sea dentro de la propia familia o en otros ámbitos en las cuales los hijos imitan a los padres y los padres imitan a los hijos,... siempre con ese toque de humor y respeto a las personas.
  7. ...
De estas maneras vamos enseñando a los hijos a demostrar capacidad de ponernos en la piel del otro, practicar una empatía natural, quitarle hierro a los asuntos y buscar el lado cómico a las circunstancias aparentemente negativas con las que la vida se nos presenta.
También podemos dar pistas a los hijos sobre maneras de responder a situaciones similares:
    1. Ante una muestra de acoso escolar: Nuestro hijo/a se queja de que en el colegio algunos le llaman "gordo/a". Podemos responderle: "Si crees que es verdad ¿por qué te ofendes? ¡a adelgazar se ha dicho si no quieres estar gordo!, y si es mentira ¿para qué hacerles caso?. ¿Le molestaría a Bill Gates que le llamaran "ricachón"?, ¿tomaría en serio que le dijeran "muerto de hambre"?. Si tienes un coche rojo y otros gritan diciendo que es verde ¿cambia eso el color del coche... o sólo cambia el color de su cara cuando gritan eso?".
    2. Ante una risotada de nosotros los padres en público algo escandalosa: Los hijos ruborizados nos lo recriminan y dicen: "¡Qué vergüenza papá!, ¡hiciste el ridículo riéndote así!, van a pensar que eres un vulgar". Podemos responder: "Pues... si alguno lo piensa que lo piense, yo sé quien soy y cómo soy, por encima de cualquier error o falta de formalidad, recuérdalo hijo: Yo... soy tu padre".
    3. ...
Es decir, desdramaticemos, ayudemos a descubrir que nuestra valía no depende de lo que piensen los demás ni del cumplimiento férreo de lo "socialmente o políticamente correcto". Demostremos que tenemos derecho a manifestarnos tal cual se corresponda con lo que pensamos y sentimos (siempre y cuando ello no produzca daño a nuestro entorno).
No hay mayor ni mejor base para la libertad y autenticidad de la persona que la plena unidad y coherencia entre lo que se piensa, siente, habla y hace. Partiendo de esa base se puede construir todo y podemos ser capaces de reírnos hasta de nosotros mismos ya que ese fundamento es mucho más importante que todas nuestras apariencias y expresiones.

PARA AMPLIAR:
  • ¿Nos consideramos personas adultas "con sentido del humor"?. ¿Cómo lo estamos evidenciando?.
  • ¿En qué nos ayudó este artículo para hacer crecer nuestro interés por vivir un mejor humor en nuestras relaciones interpersonales?. ¿Qué ideas destacaríamos de las encontradas?.
  • ¿Qué otras ideas o experiencias apuntaríamos para mejorar tanto nuestro sentido del humor como la educación de nuestros hijos para que también lo tengan y desarrollen?.
  • ¿Para qué nos parece importante educar en este sentido?, ¿cómo repercute esto en el desarrollo emocional tanto de los padres/madres como de los hijos?.

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