lunes, 3 de marzo de 2014

¡Está insoportable!

¿Cuántas veces habremos pronunciado esta expresión refiriéndonos a nuestro hijo adolescente?. Aquí tienen uno, sin ir más lejos, al que esa expresión le venía bien para justificar el propio enfado.
Ya sabemos lo que es la adolescencia ¿no?, y si no... luego dejaremos algunos enlaces-web al final para que entremos en amplitud de conocimiento al respecto. Lo que aquí vamos a plasmar es una serie de ideas que nos pueden ayudar a "relacionarnos padres e hijos en estas edades tan turbulentas como la de la adolescencia".

Grandes cambios.

Cambios físicos.
El cambio físico es una característica principal del adolescente. Los pre-adolescentes experimentarán ciclos de crecimiento acelerado, cambios en la estructura ósea, en los músculos y en el desarrollo cerebral, así como desarrollo sexual y hormonal. Las diferencias de género juegan un rol en cuanto al momento en que estos cambios se producen. Para las niñas, los cambios físicos comienzan alrededor de los 12 años, mientras que los niños típicamente comienzan a ver las diferencias cerca de los 14 años de edad. Los desórdenes de la alimentación, el consumo de drogas y la actividad sexual suponen serios riesgos para la salud si los adolescentes se involucran en este tipo de conductas durante este período de cambios físicos acelerados.

Socialización.
La socialización es otra característica de los adolescentes, ya que comienzan a relacionarse más con sus pares y a separarse de su familia. Durante la niñez, los niños son leales a sus modelos de roles adultos, como los padres o los maestros. Sin embargo, durante la adolescencia, esta lealtad cambia, haciendo a los pre-adolescentes más leales a sus amigos y pares. Para los adolescentes, la autoestima depende en gran medida de su vida social. Las chicas tienden a apegarse a grupos pequeños de amigas cercanas, mientras que los chicos construyen redes sociales más amplias. Los adolescentes están bien conscientes de los otros y de cómo son percibidos durante esta etapa.

Desarrollo cognitivo.
Los cambios en los procesos cognitivos son característicos de la adolescencia. Los preadolescentes experimentan pensamientos más elevados, razonamientos e ideas abstractas. Desarrollan habilidades más avanzadas en cuanto al lenguaje y la verbalización, permitiendo una comunicación más fluida. El pensamiento abstracto permite al chico desarrollar el sentido de propósito, justicia y conciencia social. Los adolescentes también deciden cómo las elecciones morales y éticas guiarán su comportamiento durante este período. Los procesos cognitivos se ven afectados por la socialización en general, esto significa que los adolescentes se desarrollarán de manera diferente durante esta etapa basada en los factores individuales.

Características personales y emocionales.

La adolescencia es un momento en el que las emociones comienzan a sobresalir. Los padres y los maestros pueden observar conductas argumentativas y agresivas debido a emociones intensas y súbitas. Los adolescentes además están regularmente sumergidos en sí mismos. Se preocupan más por ellos debido a que están comenzando a desarrollar el sentido de sí mismos, pero también están explorando sus propios procesos de pensamiento y su personalidad. Las posibilidades empiezan a verse infinitas durante esta etapa, llevando a algunos adolescentes a ser demasiado idealistas. También creen que sus propios pensamientos y sentimientos son únicos, dudando que otros puedan posiblemente entender lo que están atravesando.

No son sólo unos cambios.

La dificultad no está en que haya cambios, el problema sobreviene cuando:
  1. Estamos habituados a un tipo de relación, a una rutina que nos parecía genial y de repente se rompe, se altera, aparecen elementos o formas que ni sospechábamos que se pudieran dar con nuestro hijo, tan tranquilote él, tan maravilloso,... Estábamos tan acomodados a unos esquemas, familiarizados a unas conductas y totalmente ajenos a otras posibilidades...
  2. Observamos que nuestras respuestas "de siempre" ya no valen; parece como si de golpe nuestra autoridad hubiera dejado de existir.
  3. Nos invaden los sentimientos de inseguridad, frustración,... el descoloque es brutal a veces y no tenemos claro cómo reubicarnos.
  4. Intentamos "rehacernos" y hacer "volver las aguas a su cauce"... pero equivocamos la cosa: no hay que hacer volver las aguas a su cauce; lo que hemos de hacer es levantarnos del sillón... pero ¡cómo nos cuesta!.
  5. ...

Y se suceden los conflictos casi como encadenados unos detrás de otros por múltiples motivos o razones. Y este hijo nos dice:
- "Es que tú no me entiendes papá, no te enteras".

Podemos inventar nuestro camino.

Nuestros hijos crecen, están dejando de ser niños, se están abriendo a un mundo lleno de infinitas posibilidades; ese mundo semeja un universo entero para ellos. Buscan su autonomía, crear su propio criterio, emanciparse,... aunque al mismo tiempo no quieren renunciar a la seguridad que los adultos les podemos dar.
¿Cómo hallar equilibrio y mejor control de la situación?. Un decálogo:

1.   SERENIDAD. Afrontemos esta etapa con la mayor tranquilidad posible, que nunca las posibles tensiones nos lleven a expresar rechazo al hijo; evitar todo tipo de violencia en nuestro modo de expresarnos.
2.   COMUNICACIÓN ABIERTA. Dar la posibilidad a los hijos de hablar de lo que sea y sin tapujos. Centrar nuestra atención no en sus formas sino en lo que comunican a través de sus formas. A veces nos hablarán de manera bastante irreverente y eso... no es agradable y así se lo hemos de hacer saber,... pero jamás de los jamases contestarles del mismo modo sino de aquella manera que a nosotros nos gustaría que nos hablaran.
3.   AMARLOS INCONDICIONALMENTE.  Aunque un día nos aparezcan en casa con un pendiente en la nariz; lo esencial no es el pendiente, lo esencial son esas motivaciones que le llevan a mostrarse así; ése debe ser el centro de nuestro diálogo si acaso vemos necesario entrar en ello.
4.   REFORZAR LO POSITIVO. Buscan autoafirmarse y dependerá de los refuerzos que reciban para que se decanten más por unas líneas que por otras; por lo tanto, estemos atentos a los valores que en ellos observemos y resaltémoslos; van a necesitar eso para su proceso de desarrollo personal.
5.   MORAL POSITIVA. La cuestión no es que "no hagan esto o aquello", "no decir tales o cuales palabrotas" ni "evitar ir a tal o cual lugar"; se trata de pensar, hablar y actuar en positivo, pensar y hablar juntos sobre alternativas que pueden ayudarles a sentirse bien consigo mismos y a tener relaciones humanas realmente gratificantes y respetuosas con todos.
6.   FIRMES Y FLEXIBLES. La rigidez hace quebrar; la flexibilidad ayuda a mantenerse vivos. Los padres y madres necesitaremos practicar la flexibilidad con nuestros hijos ya mayorcitos, negociar con ellos esto o aquello, pero dentro de unos criterios que debemos dejar muy claros y plenamente asumidos por todos y que serán siempre irrenunciables.
7.   COMPARTIR. A veces nos quejamos de que en estas edades los hijos apenas cuentan nada y hay que estar preguntándoles todo. Bien, pues demos pasos hacia ellos: compartamos con ellos nuestras cosas, cómo nos sentimos, lo que pensamos sobre tal o cual cosa,... interesarnos por su opinión al respecto,... dar importancia a sus puntos de vista,...
8.   ACOMPAÑAR. A veces no compartiremos sus aficiones o gustos por una película, unas piezas de música, una forma de bailar,... pero ¡cuánto bien hace o puede hacer que nos sentemos a ver esa peli y luego comentarla juntos o sobre la marcha,... o llevarle a una cita con sus amigos y aprovechar el trayecto para interesarnos por lo que van a hacer o cómo se lo pasaron, lo que hicieron,... no en plan fisgón sino con la intención de interesarnos por el cómo lo vivió, cómo se sintió.
9.   CONOCER SU MUNDO DE RELACIONES. Casi con toda seguridad preferiremos que se vaya con sus amigos a armar fiesta a casa de alguno de ellos que no en la nuestra; sin embargo, el que vengan a nuestra vivienda -si el espacio físico lo permite- nos puede venir muy bien para conocer de cerca a sus amistades y el tipo de relación que se establece entre ellos.
10.  AMOR INCONDICIONAL. Y si alguna vez hacen una trastada, lo peor que nos podamos imaginar,... sin dejar de ser críticos con lo que haya que serlo, acojámosles siempre por quienes son, no por lo que hacen o dejan de hacer. Lo importante es tener siempre muy claro lo que queremos conseguir en esta relación padres-hijos y animarles a buscar y encontrar sentido a sus vidas.

PARA NUESTRA REFLEXIÓN:
  • ¿Qué destacaríamos de este artículo?, ¿con qué ideas aquí expresadas nos identificamos más y por qué?.
  • Si somos padres de hijos adolescentes ¿qué podríamos decir al respecto?, ¿añadiríamos algo más a lo aquí expuesto?; ¿qué actitudes vemos que nos dan mejor resultado con ellos?.
  • Si alguna vez hemos tenido serios problemas con ellos y los hemos resuelto ¿cómo lo conseguimos?.
  • ¿Podemos decir que nuestros hijos están creciendo felices?, ¿tienen una vida bien orientada?, ¿qué medios hemos empleado, cómo hemos hecho, para que estén viviendo esa experiencia?.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:

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