domingo, 7 de abril de 2013

¡No digas cochinadas!


¿Se acuerdan ustedes de esta expresión?. Los que ya pasamos de cierta edad la escuchamos alguna vez de nuestros padres cuando "nos atrevimos" a hablar de las "cosas relacionadas con el sexo" (genitales, deseo sexual,...). Algunos cuentan que la cosa era aún peor: caía algún cachetón y la consiguiente reprimenda:
- "Eres una chiquilla todavía, ¡no sé cómo puedes andar pensando en eso!".
Y nos callábamos, claro, a ver si no; no sólo por la bronquilla o por el cachetón sino por la vergüenza que pasábamos por habérsenos ocurrido mencionar el asunto.
Sin embargo eso no nos impedía sentir como sentíamos, experimentar mil cambios y no saber muy bien a qué venía todo eso casi como de repente; ¿cómo era que nuestra amiga de toda la vida dejaba de ser una niña y la veíamos -los chicos- con ojos completamente nuevos?, ¿cómo es que ahora ya no nos daba vergüenza cogernos de la mano sino que lo andábamos deseando?, ¿cómo podíamos imaginarnos auténticas películas con tal o cual como si fuésemos ya marido y mujer inseparables el uno del otro y de por vida?,... ¿cómo es que a las chicas les crecen los pechos y los chicos experimentamos ciertas emociones cuando descubríamos en alguien un atractivo que nos secuestraba no sólo la vista sino también los pasos?,...
Buscábamos revistas, las mirábamos a escondidas, leíamos todo lo que tuviera que ver con esto de las relaciones sexuales, preguntábamos a quienes sabíamos que no nos iban a echar la bronca por hablar de estas cosas,... y así íbamos haciendo... hasta que un día, por fin, mamá o papá se armaban de valor y nos preguntaban por fulanito o menganita,... y al tratar de explicarnos algo sobre esas relaciones solíamos contestar:
- "Sí, papá/mamá,... vale,...". Mientras por dentro pensábamos: "No se entera de nada, no sé qué se estará pensando o si cree que soy tonto". (Nos creíamos que ya lo sabíamos todo o como mínimo más que nuestros padres que nos parecían "chapados a la antigua").
Siempre han habido excepciones, muchas o pocas, pero siempre ha habido de todo y lo que ha faltado con creces en una familia ha sobreabundado en otras y gracias a eso siempre ha habido una gran diversidad también en la forma de percibir la sexualidad y nuestra forma de vivirla.

No somos sexuados por accidente.
Somos sexuados, hombre o mujer, desde el mismo instante en que somos concebidos (así lo dice clarísimamente la ciencia); otra cuestión es o pueden ser las formas en que queramos vivir nuestra sexualidad o si nos sentimos identificados con el cuerpo que somos (el cuerpo forma parte de nuestra identidad personal, no es una cosa ni una simple pertenencia, con él interactuamos con nosotros mismos y nuestro entorno).
La sexualidad tiene dos finalidades esenciales:
  1. Permitir la continuación de la especie. El placer que experimentamos en el acto sexual no es casual: tiene que ver con esta finalidad y es tanto más fuerte cuanto mayor es la conexión entre la pareja.
  2. Expresar el amor, el afecto y mutua donación del uno al otro.
Optar sólo por una de estas finalidades es entrar en un reduccionismo que empobrecerá la relación de pareja; pero aún es peor utilizar la sexualidad únicamente para el disfrute como un bien en sí mismo desconectándolo totalmente de su sentido; cuando el hedonismo sexual es lo que prima ponemos a la persona, especialmente "al otro", por debajo de intereses que nada tienen que ver ni con el amor ni siquiera con el respecto al otro.
La industria del sexo y nosotros.
¿Interesa al sistema capitalista, que tiende a mercantilizarlo todo, el que los padres y madres "eduquemos a nuestros hijos en relación con lo afectivo-sexual"?,... en modo alguno, nunca.
  1. No es casualidad que la industria o negocio del sexo sea el más grande del mundo (y no exageramos: miren si no las innumerables páginas-web de contenido claramente pornográfico, revistas sin cuento, anuncios explícitos en la prensa escrita -en España existe ese tipo de publicidad en la que la mujer es presentada únicamente como un objeto para el placer-, prostíbulos y "locales de alterne" y similares,... teléfonos que supuestamente son para una oferta de empleo y acaban desembocando en ofertas de sexo fácil -no digamos nada de esas redes y supuestas empresas gestoras de empleo que venden ofertas laborales inexistentes y esconden la más pura y dura explotación sexual de mujeres y niñas sobre las que se ejerce una relación de esclavitud, trata de personas y que campan completamente a sus anchas debido a la  gran indefensión en la que se hallan esas PERSONAS sometidas a tan cruel trato... todo por el negocio del sexo;...y mil etc. más).
  2. Cosificación e instrumentalización de la persona, hombre y -sobre todo- mujer y sus atributos sexuales, para promocionar la venta de mil y un artículos comerciales, fomentando un desmesurado culto al cuerpo, a la imagen,... por encima de todo valor espiritual o trascendente.
  3. El negocio abortista, también el de la "pastilla del día después", el de los anticonceptivos, contraceptivos y preservativos,... hunden sus raíces también en este negocio y quienes los defienden -incluso contra toda lógica o necesidad real (porque también hay razones o circunstancias en las cuales se hace necesarios algunos de estos medios, especialmente los preservativos)- saben perfectamente qué intereses económicos hay tras ellos -nada filantrópicos-.
  4. Existen además ideologías que hacen el juego a esta corriente capitalista y consumista del sexo que reclaman el aborto como simple decisión de las mujeres que no desean continuar con un embarazo, ignorando o callando deliberadamente la verdad de que "ese ser que fue concebido, en el momento mismo en que el espermatozoide fecundó el óvulo en el vientre de la mujer, no es ninguna serpiente ni un caracol, tampoco es un pedrusco o un simple objeto,... es un SER HUMANO" que tiene tanto valor como la propia madre o el padre y tiene, como ser humano que es, idéntica dignidad y derechos como cualquier otro de su especie. Pero estas ideologías pregonan que "los adultos tienen capacidad de decidir que ese nuevo ser pueda o no seguir viviendo"... como si nosotros fuésemos dueños de la vida de otras personas.


¿Hay razones para EDUCAR en lo afectivo-sexual?.
Sólo con lo expuesto hallamos sobrados motivos para tomarnos esto muy en serio. Al sistema mercantilista que todo lo quiere cosificar -incluyendo a las personas- y a las ideologías que lo sustentan y fomentan les parecerá innecesario -incluso  inconveniente para sus intereses- este esfuerzo por nuestra parte y pensarán -porque así hacen- que:
  • "Lo importante es dar información a los jóvenes de cómo practicar sexo sin que ellas queden embarazadas.
  • Facilitar la presencia del preservativo y demás medios anticonceptivos o contraceptivos también para evitar esos embarazos no-deseados.
  • No importa tanto lo afectivo en las prácticas sexuales: lo importante es disfrutar del sexo, dejando en segundo lugar todo lo demás.
  • ...".
La realidad es que "nunca antes había habido tanta información en materia sexual y sin embargo nunca se había dado una proporción tan elevada de embarazos no-deseados,..." lo cual demuestra que "no basta sólo con dar información"; hay que dar esa información pero antes, durante y después de ella hay que aportar criterios, sentido y profundidad a las relaciones afectivo-sexuales.
Y esta tarea es de los padres y madres en primer lugar, somos los más adecuados y más competentes al respecto. Hay razones de mucho peso para haber llegado a esta conclusión:

  • Estamos hablando de una dimensión de la persona que es profundamente constitutiva: alberga al menos esas dos grandes finalidades de las que antes hemos hablado.
  • Estamos hablando de dignidad humana: tanto de las personas que intervienen en una relación sexual en todo su proceso (lo sexual no tiene que ver únicamente con lo genital) como de esa tercera que puede ser resultado de esta relación sexual (y esa persona nueva tiene dignidad y es merecedora de todo respeto y defensa, precisamente por ser la más necesitada de ayuda).
  • Estamos hablando del deseo de FELICIDAD que anida en el corazón de todo ser humano y que es incompatible con esa otra "felicidad" del que la tiene -o dice tenerla- pero a costa de la otra parte". ¿Cómo estamos orientando a nuestros hijos para que sean también felices en sus relaciones afectivo-sexuales?.
  • Estamos hablando de la propia constitución de nuestra personalidad humana: estamos hechos para el ENCUENTRO, para la RELACIÓN,... y nada de eso es posible cuando cosificamos tanto a las personas, las utilizamos, que convertimos lo sexual en un simple negocio -muy lucrativo por cierto- o simple expresión de los instintos más primarios pero sin contar con el BIEN COMÚN.
En resumen.
  1. No tengamos reparos en hablar con nuestros hijos sobre lo afectivo-sexual, especialmente cuando sean ellos quienes de alguna manera nos saquen el tema, no huyamos de ello ni esperemos a que sean otros quienes lo hagan por nosotros.
  2. Hagámoslo con naturalidad, sin miedos ni tabúes, llamando a las cosas por su nombre o de tal manera que los hijos nos entiendan perfectamente.
  3. Si acaso al respecto detectamos falta de información o formación (por nuestra parte)... busquemos esos recursos, mirémoslos con detenimiento, analicémoslos críticamente y ofrezcámoslos a nuestros hijos si comprobamos que pueden ayudar en la formación que nosotros como padres y madres educadores queremos ofrecerles. O bien, utilicemos de ellos todo aquello que nos pueda parecer provechoso o necesario y seamos nosotros mismos quienes se lo hagamos llegar dicho a nuestra manera.
  4. Escuchemos con atención sus preguntas, observaciones, dudas,... acojámosles,... y busquemos siempre y en todo caso la construcción de caminos que les lleven a ser personas felices: consigo mismas y en sus relaciones, al  mismo tiempo que muestran ese mismo deseo y respeto por "la otra parte"... porque esa "otra parte" es "otro yo" que también quiere y necesita ser feliz y merece el mismo respeto que merezco yo.
PARA LA REFLEXIÓN EN FAMILIA:

  • ¿Hablamos con nuestros hijos sobre el sexo o su sexualidad?, ¿cuándo solemos hacerlo, con ocasión de qué?.
  • ¿Cómo reaccionamos cuando sorprendemos a nuestros hijos ojeando una revista pornográfica o viendo una página web con ese mismo contenido?; ¿hacemos diálogo sereno al respecto... o nos limitamos a descalificar esa conducta reprimiéndola de inmediato?, ¿qué efectos logramos eligiendo una u otra postura?.
  • ¿Desde cuándo se puede educar en la sexualidad a los hijos?, ¿se puede educar a los hijos en ella desde sus años de la infancia?, ¿cómo?.
  • ¿Estamos de acuerdo con los cuatro puntos señalados en el último apartado "En resumen"?, ¿qué otros añadiríamos?.
PARA AMPLIAR, CONTRASTAR O PROFUNDIZAR:
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