Una familia feliz, dice Sir Browring, es un paraíso anticipado. Y debemos
crear paraísos, aunque sean pequeños oasis, en donde la humanidad pueda
descansar y recuperar la esperanza. Para ello es necesario que el matrimonio,
el esposo y la esposa, se quieran de verdad con amor constante. ¿Qué hay que
hacer para ello? Entre otras cosas yo propondría los siete consejos que ofrece
Ricardo Ruvalcana:
1.
El matrimonio es para amar. Y amar es una decisión, no un sentimiento. Amar es
donación. La medida del amor es la capacidad de sacrificio. La medida del amor
es amar sin medida. Quien no sabe morir, no sabe amar. No olvides: “amar ya es
recompensa en sí”. Amar es buscar el bien del otro: cuanto más grande el bien,
mayor el amor. Los hijos son la plenitud del amor matrimonial.
2.
El amor verdadero no caduca. Se mantiene fresco y dura hasta la
muerte, a pesar de que toda convivencia a la larga traiga problemas. El amor,
ama hoy y mañana. El capricho, sólo ama hoy. Los matrimonios son como los
jarrones de museo: entre más años y heridas tengan, más valen, siempre y cuando
permanezcan íntegros. Soportar las heridas y la lima del tiempo, y mantenerse
en una sola pieza es lo que más valor les da. El amor hace maravillas.